Los hombres te siguen crucificando
Summary: La voz estridente del tío Ladas se dejó oír de nuevo: ¡Matémoslo!... En aquel instante, golpes violentos aporrearon la puerta; todos enmudecieron y se volvieron hacia la entrada; se oyeron voces corajudas: ¡Abrid! ¡Abrid!... Es la voz del pope Fotis, gritó uno… No, es Yannakos, dijo otro; ¡los sarakineses vienen a quitárnoslo!... Sacudieron la puerta violentamente; los goznes rechinaron; se oía afuera un gran tumulto de hombres y mujeres… ¡Abrid, asesinos! ¿No tenéis miedo de Dios?... anatematizaba la voz del pope Fotis.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 357905 |
La voz estridente del tío Ladas se dejó oír de nuevo: ¡Matémoslo!... En aquel instante, golpes violentos aporrearon la puerta; todos enmudecieron y se volvieron hacia la entrada; se oyeron voces corajudas: ¡Abrid! ¡Abrid!... Es la voz del pope Fotis, gritó uno… No, es Yannakos, dijo otro; ¡los sarakineses vienen a quitárnoslo!... Sacudieron la puerta violentamente; los goznes rechinaron; se oía afuera un gran tumulto de hombres y mujeres… ¡Abrid, asesinos! ¿No tenéis miedo de Dios?... anatematizaba la voz del pope Fotis.
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