Los programas de formación tienden puentes en la relación bilateral. Entrevista con el embajador Miguel Ángel González Félix
Los programas de formación tienden puentes en la relación bilateral. Entrevista con el embajador Miguel Ángel González Félix
Natalia Saltalamacchia: Comen cernas por recordar cómo inició este programa de estudios de derecho estadunidense en la Universidad de Houston y cuál fue el contexto que permitió que hubiera interés en esta colaboración con la universidad. Cuéntenos también su experiencia personal. Miguel Ángel González Félix. Yo ingresé al Servicio Exterior Mexicano, SEM, en 1980, a los veintidós años, como abogado de la Universidad Iberoamericana, y trabajé inicialmente en la Dirección General del Servicio Exterior. Estuve ahí con el embajador Jorge Palacios Treviño y, posteriormente, con el embajador Carlos de Icaza, el actual subsecretario de Relaciones Exteriores. Durante ese tiempo, siempre manifesté mi interés de apoyar en las cuestiones jurídicas. Yo tenía la ventaja de que me recibí a los veintidós años y, poco a poco, se fue acentuando dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, SER, la necesidad de tener abogados que conocieran el derecho estadunidense. Se te nía que recurrir, en la mayoría de los casos litigados por México, a despachos de Estados Unidos, cuyos posicionamientos en muchas ocasiones no eran los más adecuados para los intereses del Estado mexicano. Además, el costo de los honorarios profesionales era altísimo para nuestro país.
Natalia Saltalamacchia: Comen cernas por recordar cómo inició este programa de estudios de derecho estadunidense en la Universidad de Houston y cuál fue el contexto que permitió que hubiera interés en esta colaboración con la universidad. Cuéntenos también su experiencia personal. Miguel Ángel González Félix. Yo ingresé al Servicio Exterior Mexicano, SEM, en 1980, a los veintidós años, como abogado de la Universidad Iberoamericana, y trabajé inicialmente en la Dirección General del Servicio Exterior. Estuve ahí con el embajador Jorge Palacios Treviño y, posteriormente, con el embajador Carlos de Icaza, el actual subsecretario de Relaciones Exteriores. Durante ese tiempo, siempre manifesté mi interés de apoyar en las cuestiones jurídicas. Yo tenía la ventaja de que me recibí a los veintidós años y, poco a poco, se fue acentuando dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, SER, la necesidad de tener abogados que conocieran el derecho estadunidense. Se te nía que recurrir, en la mayoría de los casos litigados por México, a despachos de Estados Unidos, cuyos posicionamientos en muchas ocasiones no eran los más adecuados para los intereses del Estado mexicano. Además, el costo de los honorarios profesionales era altísimo para nuestro país.
