000 | 01952 a2200133 4500 | ||
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035 | _a(janium)287877 | ||
005 | 20221116080929.0 | ||
998 |
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008 | 140725e mx |||p r 0 b|spaod | ||
100 | 1 | _aBazdresch Parada, Miguel | |
245 | 1 | 0 | _aCiudadanos de tiempo completo |
520 | _aFormar parte de una sociedad ofrece a sus miembros beneficios, seguridad por ejemplo, y exige contribuciones como las de los impuestos. Beneficios y contribuciones son indispensables para la viabilidad misma de la sociedad, y suelen disponerse según algún arreglo de compromisos y obligaciones definido y aceptado por los miembros a fin de practicarlos de manera cotidiana. El carácter humano de las sociedades, sin embargo, suscita la constante revisión de dichos arreglos, pues no siempre se obtienen los beneficios esperados y a veces las contribuciones se vuelven excesivas. Con el fin de hacer factible y útil las revisiones necesarias, se han establecido, entre otros, dos acuerdos básicos para desde ahí desplegar toda la dinámica social. El primero es el de establecer autoridades, ya que sin autoridad no sobrevive la sociedad. De algún modo, es necesario tomar decisiones frente a las contingencias y acerca de la mejor salvaguarda de la sociedad misma. Esa es la tarea, función y responsabilidad de la autoridad. El segundo acuerdo es para establecer un modo preciso para decidir quién o quiénes ejercen esa autoridad. Participar en las decisiones importantes del país, aquellas con las que se marca el rumbo de la sociedad, es una acción democrática y ciudadana por excelencia. Si la política es democrática, entonces requiere de participación de los ciudadanos para controlar y moderar. Son los ciudadanos quienes tienen que elevar el listón moral de sus sociedades con base en su capacidad de juzgar y actuar. Nadie puede hacerlo por ellos. | ||
773 | 1 |
_tRenglones _g18, 55 (oct-dic. 2003), 6-13 |
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999 |
_c272375 _d272375 |