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100 1 _aVega-Gil Rueda, Armando,
_d1955-
245 1 0 _aHuérfanos
520 _aCarta conjetural de Melchor Ocampo a sí mismo, cuatro de junio de 1861, una hora antes de su fusilamiento: La Madre Patria está rota, sangra, y la sangre es la de sus hijos y sus hijas, la de los hermanos que matan a sus propios y aje-nos hermanos, la de los padres que abandonan a sus hijos mutilados en el campo de batalla, la de los hijos que traicionan a sus padres en una confusión que permeará el alma de ese algo territorial, ese prolongado camposanto, que comienza a ser un país. Cincuenta años de guerra, cien, doscientos, de enemigos que se renuevan como piel rasgada una y otra vez, una y otra vez. ¿Quién es el enemigo, quién es el aliado? Benito Juárez, mi presidente. Maximiliano de Hasburgo, el cadáver en el abandono. Leonardo Márquez, mi asesino. Ya vendrá Porfirio Díaz; ya vendrá Emiliano Zapata levantado de su tumba en la Selva Lacandona; Lázaro Cárdenas y el petróleo, en subasta una y otra vez. La Madre Patria de luto, muerta y renacida, asesinada y renacida, mutilada y rediviva… Liberales y conservadores. Las Leyes de Reforma. La Guerra de Independencia. La derrota y aplastamiento de Tenochtitlán. Las Guerras Floridas.
773 1 _tEmeequis. Periodismo indeleble
_g2, 329 (jun. 2014), 9
999 _c271286
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