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245 1 0 _aLucio Anneo Séneca, Elogio de la Filosofía
520 _aLa virtud sólo corresponde a un alma instruida y adoctrinada, y conducida a la perfección por un ejercicio asiduo. Sin duda nacemos para ello, pero sin ello; aun en los hombres de mejor naturaleza, antes que fuesen aleccionados, se encontraba la materia de la virtud, más no la virtud misma… Posidonio cree que en la Edad que llamamos de Oro el poder pertenecía a los sabios. Éstos detenían la violencia, defendían al débil ante el fuerte y mostraban lo que era útil e inútil. Su prudencia velaba para que no faltase nada a los suyos. Mandar era cumplir un deber, y no tener un reino. Un buen gobernante encontraba una obediencia siempre dispuesta, y con ningún daño peor podía amenazar el rey a sus súbditos indóciles que el de dejar el reino… Pero, después que los vicios que se han infiltrado han convertido los reinos en tiranías, es cuando se han hecho necesarias las leyes, que a lo primero habían sido dadas por los sabios. Solón, que estableció a Atenas sobre la equidad del derecho, fue uno de aquellos famosos Siete Sabios, así como Cleóbulo de Rodas, Periandrio de Corinto, Pítaco de Mitilene, Bías de Priene, Tales de Mileto y Quilón de Esparta. Si Licurgo hubiese nacido en la misma época, un octavo se habría añadido a aquellos nombres sagrados.
773 1 _tCámara. Revista de los Centros de Estudios de la Cámara de Diputados
_g1, 8 (Dic. 2011), 38-41
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