000 | 01395 a2200133 4500 | ||
---|---|---|---|
035 | _a(janium)212974 | ||
005 | 20221115200104.0 | ||
998 |
_aHEME4 _b20090604 _zjanium |
||
008 | 090604e mx |||p r 0 b|spaod | ||
100 | 1 |
_aVega-Gil Rueda, Armando, _d1955- |
|
245 | 1 | 0 | _aCrónicas |
520 | _aDesde El chacal de Nahueltoro, de Miguel Littin, Chile, 1969, el cine latinoamericano ha tratado de explorar las circunstancias sociales, morales y espirituales que motivan la aparición de ciertos asesinos que, sin explicación o justificación aparente, por puro ocio o locura, andan por allí asolando pequeñas poblaciones rurales que viven en condiciones de miseria extrema. Al horror del hambre, la ignorancia y la explotación, se agrega la aparición cíclica de verdugos inmisericordes que, hinchando la llama del miedo, atraen la atención pública a través de los medios de comunicación y su amarillismo inmanente, ¿recuerda esos voceadores que anuncian por las calles, vía megáfono, la noticia de que, ¡tres homosexuales torturaron y mutilaron a un eminente vecino de la colonia!. Y la conclusión general de los cineastas apunta hacia una certeza sociológica: la locura del matador solitario es una pústula por donde una sociedad enferma e injusta drena un poco de la podredumbre que la mantiene en pie. | ||
773 | 1 |
_tEMEEQUIS. Periodismo indeleble. _g13 (May. 2006), 66 |
|
999 |
_c211566 _d211566 |