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100 | 1 | _aRivadeneyra, Lucia | |
245 | 1 | 0 | _a¿Una cana al aire? |
520 | _a¿Y usted, cuántos años tiene? Si responde de inmediato y sin temor, felicidades. Si duda, pregúntese por qué. Si no contesta o finge demencia, reciba mi más sentido pésame. Y esto es parejo, para hombres y mujeres. El miedo a confesar la edad, a la edad que sea, a más de alguno o alguna le ha causado problemas reales e imaginarios. La edad, el paso del tiempo sobre el cuerpo, nos conduce irremediablemente a la vejez. Simone de Beauvoir afirmó que la vejez es un destino y, sin embargo, siempre nos resulta sorprendente... Las actitudes ante la edad son de lo más disímbolas, pero ninguna deja de tener cierto dejo de angustia. Cuando se cumplen años, sueltos, parece como que no son muchos, pero cuando se cubre un lustro o una década, a veces llegan las reflexiones o las crisis. Por supuesto mientras la década sea mayor el asunto es peor... Pero como para todo hay contrarios, otras corrientes afirman que al llegar a los cuarenta años se toma, el segundo aire que se empieza una de las mejores etapas de la vida, que se inicia el abandono de la etapa reproductiva para fortalecer la productiva, que es el gran momento de reflexión, que los cuarenta son casi la flor de la vida, que a los cuarenta todavía se puede emprender lo que se desea, y cómo no si Tolstoi aprendió a andar en bicicleta a los sesenta y siete años. | ||
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_tFem. Publicación feminista mensual _g175 (Oct. 1997), 66-67 |
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