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100 1 _aZepeda, Eraclio
245 1 3 _aUn regalo de México para Murmansk
520 _aE1 tren había entrado a la taiga a las ocho de la mañana y ahora, cuatro horas después, continuábamos en una interminable sucesión de bosques entrevistos en la noche nórdica. El reloj marcaba las doce pero la lejana claridad de un sol inasible no resultaba suficiente para asegurar que era medio día… Habíamos partido de Moscú en horas de la tarde del día anterior, con el invierno ya presente en sus calles y en sus plazas a pesar de que noviembre apenas empezaba. Sin embargo, el sol aún era potestad visible. En cambio, en este medio día siguiente, el tren se deslizaba por una noche terca que no quería terminar. La nieve se acumulaba a las orillas de la vía, formando un par de túmulos contínuos. Los pinos sostenían copos en sus ramas y los abedules desnudos se destacaban por sus manchas negras en el tronco.
773 1 _tEste país. Tendencias y opiniones
_g6 (sep.1991), 39-42
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