Alcaraz, Yetlaneci

Historia de resquemores

Si en 1924 hubiera podido adivinar que un día me convertiría en canciller, jamás habría escrito Mi lucha, confesó en 1938 Adolfo Hitler a su colaborador cercano Hans Frank, quien fuera, entre otras cosas, gobernador general de la Polonia ocupada por los nazis. Tal confesión no era una locura. Ya convertido en canciller alemán, el líder nazi sabía muy bien el arma de doble filo frente a sus amigos. El él había vertido no sólo si exacerbado antisemitismo y la idea de que la raza aria era superior a las demás, sino que también había revelado su plan de dominación mundial y expresado sin reservas el desprecio y odio por sus enemigos políticos, especialmente, Francia, Inglaterra y la Unión Soviética.