Alcaraz, Yetlaneci

El contador de Auschwitz

Del dieciséis de mayo al once de julio de 1944 llegaron hasta el campo de exterminio nazi de Auschwitz ciento treinta y siete trenes repletos de judíos procedentes de Hungría. Ahí, en la rampa por la que descendían, al pie de la cual se seleccionaba quienes eran aptos para realizar trabajos forzados y quienes Irían directamente a las cámaras de gas, comenzaba el trabajo de Oskar Gröninq. Este hombre de las SS, las fuerzas de seguridad del Tercer Reich, tenía a su cargo el decomiso de las pertenencias de los prisioneros. Su tarea era separar el dinero de los judíos clasificarlo y ponerlo bajo resguardo en una caja fuerte, para después transportarlo hasta Berlín, en donde engrosaría las arcas de la administración nazi. Según sus propias palabras, él nunca mató judíos, no les disparó ni tuvo nada que ver con el funcionamiento de las cámaras de gas, en las que millones de hombres, mujeres y niños fueron exterminados. Sólo fui una tuerca en la enorme maquinaría, dijo hace diez años durante una larga entrevista que concedió al semanario alemán Der Spiegel…