Rivera, Guillermo
Sonido gallo negro Cumbia peruana, ritmo místico y oscuro
Hay una ruta que une a México con el Caribe y Sudamérica. Comprobarlo es fácil: basta subir a un microbús en el Distrito Federal, mirar los tatuajes del hombre que lleva en brazos una figura de la Santa Muerte, escuchar el hipnótico ritmo que brota de las bocinas, viajar a toda velocidad, imaginar que estás en Cuba, en Haití, en un ritual santero; brincar luego el Atlántico, llegar a África y reconocer que la cumbia, ese sonido salvaje y primigenio, es en el fondo un alarido del dolor esclavo. Sonido Gallo Negro ha entendido esto. Su más reciente producción, Sendero místico, tiene el propósito de crear dudas, desatar la curiosidad de los escuchas, intentar que recorran el sinuoso camino que se insinúa en la cumbia peruana. Hoy es día de ensayo. No es su intención hacer arqueología musical, más bien pretenden subvertir el paisaje urbano con la magia de una música nacida de la selva. Conectarnos con la tribu que aún somos. La cumbia no es sólo para bailar. Es más que eso. Hay cumbia oscura, triste, muy densa. Como el blues, fue hecha por esclavos y para invocar deidades. El alma que MTV le quitó al rock se está repartiendo en los géneros alternativos, asegura Enrique. Los problemas que hay en México existen porque todo mundo chinga a todo mundo.