Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-
Un día en Ayotzinapa
Junto a él, Aldo recibió una bala en la cabeza. Malboro no sabe por qué a él no le tocó esa bala. Se le aprietan las palabras. Hoy amaneció soleado. Parece que es un día como cualquier otro; pero en Ayotzi los días nunca son iguales, quizá hoy se salga a hacer una movilización en las calles de Iguala, quizá hoy se haga una manifestación tensa y peligrosa frente al palacio de gobierno de Chilpancingo, quizá hoy se realice una práctica de campo o se estudie como locos por un examen en puerta o se monte una ofrenda por los chicos asesinados hace meses. Suena su teléfono. Es su novia. Ríe con ella. Está enamorado como cualquier chico de su edad y nos dice que, al recibirse como maestro, lo que quiere es servir a su gente educando a sus hijos, casarse, tener una casa propia y ser padre de una niña. Ser útil. Igual que los cuarenta y tres chicos que todavía no sabemos dónde están.