Editorial
Vida digna durante la vejez, derecho humano de todas y todos
Actualmente nuestro país goza del llamado bono demográfico: una gran cantidad de personas jóvenes con sus capacidades en plenitud y en edad productiva. Parecería ser el momento idóneo para aprovecharlo en favor del desarrollo nacional, pero lamentablemente tampoco se han abierto los espacios educativos y laborales que requiere ese sector tanto para su desarrollo actual como para contribuir a mejorar sus condiciones de vida en la vejez. Frente a este hecho el futuro se avizora complejo, pues de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población dentro de tres décadas esta población joven formaría parte de los más de 28 millones de personas adultas mayores, un sector que ciertamente crece en número y en sus desventajas para ejercer sus derechos humanos a plenitud. La evidencia es que hoy en día casi la mitad de las y los adultos mayores carece de pensión y de servicio público de salud, lo que restringe que puedan satisfacer sus necesidades más básicas y les coloca en una posición vulnerable, sobre todo si consideramos que el modelo capitalista en que vivimos suele hacerles a un lado para para privilegiar la juventud y la productividad como los supuestos “valores” destacables de una sociedad.