Cantú, Jesús
Oportunidad para la Oposición
Desde el inicio de la crisis de inseguridad detonada en diciembre de 2006, la receta ha sido exactamente la misma: concentración de atribuciones en las autoridades federales y uso de la fuerza pública; lo único que se modificó, con el cambio de sexenio y la alternancia en el Ejecutivo federal, fue el alcance de las iniciativas y la capacidad de sacarlas adelante. Ni Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto entienden que la creciente violencia e inseguridad es la manifestación más estrujante y cruel de la crisis del Estado mexicano, no su causa, y, por lo tanto, las soluciones a la misma no pueden concentrarse en el fortalecimiento de los aparatos de seguridad, pues los eventuales avances, como sucede con la depuración de las policías municipales y estatales, son insuficientes y endebles