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Sucesión Presidencial 2018: Reacomodos Telúricos

Margarita Zavala se fue del PAN y alteró la precaria ubicación de fichas en el tablero de la sucesión. Aunque el impacto sigue estando lejos, muy lejos, del, terremoto político electoral, que anticipan familiares y amigos, cada vez es más claro que las pesadillas de la dirigencia panista no han hecho más que transitar del miedo imaginario al terror encarnado. Perder a Margarita y terminar tragando sapos ante la disyuntiva demencial: votar, priista, para seguir siendo libres, Meade garantiza la continuidad, o vaciarse por la extrema siniestra en tributo al Caudillo populista. Algo similar, pero subordinado, empieza a ocurrir en las filas de la burocracia perredista, damnificada por los estragos del sismo en la Ciudad de México y el insondable cisma en el fortín principal de un Frente, ciudadano, coagulado en estado viscoso: sin, ciudadanos, que lo arropen, sin piezas de sacrificio tras el derrumbe de la aspiración de Miguel Ángel Mancera, sin la mínima coherencia programática que lo justifique. Jugarse todo en un volado perdido: tercer lugar como furgón de cola en la campaña de Ricardo Anaya o quinto, si acaso, en la orfandad regenteada por Aureoles, Juan Zepeda o hasta el exmorenista Ricardo Monreal…