Grupo Consultor Interdisciplinario

El Año de Todos tan Temido

Se anticipaba malo, empezó peor. Apenas agonizaba el 2016 y ya las malas noticias del nuevo año se aglomeraron. Solo cuando se le compara con lo que nos espera, el saldo del 2016 resulta menos traumático por lo que sucedió y, sobre todo, por lo que no sucedió: no llegamos a esa Tierra Prometida que nos esperaba al final del arcoíris de las reformas estructurales. Muy lejos del guion de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, según el cual a esta hora el Producto Interno Bruto debería de estar en cuatro por ciento, del 2015 al 2018 ese sería el promedio de crecimiento, según sus cuentas, el 2016 exhibió sin rubor las falacias de esa narrativa, realismo mágico, para ser exactos, acerca de las bendiciones de las reformas hacendaria y energética, en particular: fortalecerán las finanzas públicas y habrá muchos recursos para educación, salud, seguridad, infraestructura. Muy por el contrario, al cierre del año el paisaje nacional era más bien aciago: crecimiento apenas por arriba de dos ciento por ciento, mediocre pero el segundo más alto en lo que va del sexenio, deuda pública al alza, incertidumbre por la salida de Agustín Carstens del Banco de México, efectiva a partir del diez de julio-. No menos grave, talón de Aquiles de esta administración, la puesta en marcha de un Sistema Nacional Anticorrupción, SNA, inacabado y maltrecho, que se muestra claramente insuficiente ante episodios cotidianos de saqueo de las arcas públicas, y no precisamente por parte de la turba sino de algunos gobernadores Javier y César Duarte, Roberto Borge, Gabino Cué, Egidio Torre Cantú...