Turati, Marcela
El rostro de Julio César
Su cara no aparece entre las fotografías que exhiben miles de manifestantes en el mundo y que se reproducen en las redes sociales. A él ya no lo busca nadie, está muerto y enterrado. Pero también cayó en Ayotzinapa, lo arrojaron en una calle de Iguala muerto, golpeado, desollado. Para su joven viuda, Marisa Mendoza, y para su hija de dos meses, siempre será el joven idealista que murió por educarse como maestro rural. Para el resto, un cuerpo que un día puede tener el rostro de un familiar o de un amigo.