Kominik, Pedro

La sonrisa tras los ojos brillantes

El gato de Cheshire, de Alicia en el país de las maravillas, resulta un personaje fascinante para unos, exasperante para otros y enigmático para todos por igual. Poseedor de dos raras cualidades, su sonrisa de media luna se nos queda para siempre en la memoria: por una parte, juega y se mofa de la realeza con la misma frescura con que se ríe de una inocente niña perdida, y por otra, su inquietante aparecer y desaparecer a lo largo de la historia lo vuelven una figura omnipresente, poderosa. No en vano el maestro Emilio Carballido coleccionaba gatos de todos tamaños y colores. Prolífico como pocos, con una obra dramatúrgica de más de cien piezas para la escena, sin contar sus cincuenta guiones de cine que le valieron un Ariel de Oro, sus ensayos y narrativa, el maestro Carballido era el genial poseedor de esas cualidades cardinales del mítico felino. Una aguda percepción de la realidad, que fue siempre a la vez jocosa y relajada, insisto: felina, minuciosa, certera.