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Acción/Movimiento

Y cuando tenernos acceso a la información indiscriminadamente, esta idea crece. Un sismo casi imperceptible se convierte en una tormenta de tuits, a la hora que sea. La cultura de las celebridades se ha convertido en un ente pantagruélico gracias a nuestra capacidad de registrar en video todo y hacerlo público inmediatamente. Podemos ser partícipes de las historias, y eso inevitablemente las vuelve mucho más relevantes para más personas en muy poco tiempo. Lo mismo ocurre con la preocupación y la conciencia ante los problemas del mundo. Sitios como Change.org, Causes.com o Avaaz.org están plagados de peticiones y movimientos que recaudan firmas electrónicas y tratan de organizar, la mayoría de las veces, de forma fallida, a los netizens para detener lo irremediable. Sin embargo, las tormentas de tuits, los hashtags, los shares en Facebook, no dejan nada más que la fugaz satisfacción de ponerse una boina electrónica de Che Guevara y continuar nuestras vidas con la ilusión de haber participado en algo. El activismo de sillón no remediará las cosas.