Rodríguez Munguía, Jacinto

Tapachula y Tijuana postales de la desesperanza

Las siguientes líneas hablan del viaje a los extremos de la migración en México, a las dos fronteras del país: La del sur, en la que todo mundo puede entrar, pero se atasca en la nada, una en la que jamás se llegará a algún lado.Y la del norte, a la que se arriba luego de remontar miles de kilómetros y carencias… Se alcanza el máximo punto, pero de ahí pocos pasan, porque en los mil ciento veintitrés kilómetros que conforman el muro que divide a México de Estados Unidos se atoran y se rasgan los sueños… La travesía comienza la mañana del catorce de junio sobre una tambaleante balsa de madera. Sólo ha tomado unos minutos, no más de cinco, cruzar esta frontera de agua, por donde se escurren diariamente cientos de migrantes centroamericanos.