Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-

El nuevo cine documental mexicano

El 2013 ha sido quizá el año más prolífico, riguroso y notable en la producción de documentales en la historia del cine mexicano. Es como si un ejército de células de una guerra de guerrillas, armadas de cámaras portátiles y finísimos artefactos captores de sonidos, se hubiera decidido, con valentía ansiosa de belleza y poesía, a asaltar las calles para descubrirlas,describirlas en sus más desapercibidas desmesuras, deslizándose por entre los resquicios de las puertas y ventanas entreabiertas o cerradas a candado y argamasa para entrar a las salas de las casas, removiendo los polvos acumulados por el trastorno del tiempo, llegando hasta sus cocinas para descubrir los ritos de la vida, a sus patios para ver a sus hermanos y hermanas conversar y hundirse junto con ellos en los sueños de dolor y esperanza. Como si se hubiera decidido a asaltar valles y montañas, selvas de todos los hierros retorcidos y de todos los asfaltos, fábricas, lupanares y hospitales donde se refunden la locura y la enfermedad, para encontrarse con la vida misma vuelta una inapropiada imagen apropiada, asumida. Porque aunque la vida esté allí, desangrándose o nutriéndose del aliento de los hombres y las mujeres del mapa del alma humana, sólo el ojo inquieto, cuestionador y cuestionado de El Hombre de la Cámara, de La Mujer de la Cámara, puede elegir la manera de leer la realidad.