Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-

Palabras mágicas...

La Giganta, mojiganga vacía, impertérrita, sin la música sudorosa que la anima en los carnavales de las calles y plazas de Nicaragua, agitadas sus crines sedosas por los vientos que nunca más nos trajeron noticias felices, ella, La Giganta, mira la Laguna de Managua. Desde la lejanía, optimista, parece una postal del paraíso, un retrato de la esperanza, es el ojo de agua que mira el mundo; pero de cerca, la pesadilla de la realidad nos brinca como una bestia que engorda con nuestros sueños, con nuestros más caros ideales. Aquí, en las aguas grises y pestilentes del Lago de Managua, yacen las cenizas de Sandino, Sandino el guerrero, el soñador incorruptible, el traicionado dos veces…