Almazán, Alejandra
Todos matamos a Luz y Fuerza
La liquidación de Luz y Fuerza del Centro ha estado acompañada de oleadas informativas que crean falsas ideas sobre la empresa y el sindicato: se ha presentado a los trabajadores como unos vividores, pero se han ocultada las desventajosas condiciones de operación. En Luz y Fuerza se dan casos extremos: se heredan de padres a hijos las plazas sindicales al tiempo que se condona el pago a las grandes empresas; se dan permisos con goce de sueldo de diez meses, pero se obliga a la compañía a vender a precios que no perrniten ninguna recuperación. La sangran lo mismo los, diablitos, colocados por miles de ciudadanos que los municipios que adeudan cientos de millones de pesos. Botín político de líderes y de funcionarios, la empresa llegóa sus últimos días en una condición casi irreparable: sin luz y sin fuerza… Pero de su muerte nadie queda exento: usted, nosotros, el sindicato, los empresarios y el gobierno. Todos la matamos… ¿Por qué se negaron a pagar la luz esos grandes consorcios? No sólo fue porque han hecho de la morosidad una verdadera filosofía de vida. No. Fue porque el gobierno federal les otorgó permisos para que generaran su propia energía en las horas pico. Todas esas compañías simplemente dejaron de pagar, alegando que ellas generaban su luz, pero nunca soltaron el abasto que les dio LyFC.