Job, Vanessa

La persecución en Guanajuato inicia con los médicos. Los dolores de una joven encarcelada por abortar

La mujer de esta historia es real, pero su nombre no. Lo cambió para poder contar cómo, a los diecinueve años y siendo guanajuetense, ya tuvo que enfrentar circunstancias graves que la afectarán por el resto de su vida… Primero se descubrio embarazada y sin el apoyo del joven que contribuyo a ello. Después asumió la decisión de interrumpir su embarazó. Y, finalmente, tuvo que echar mano de la fuerza que le quedaba cuando fue aprehendida e ingresada a la prisión de León, Guanajuato… Ella, al igual que más de un millón de mexicanas al año, decidió abortar clandestinamente. Tuvo suerte, pues no murió, como sucede con muchas de las mujeres que ante la falta de opciones o ignorancia introducen en su cuerpo agujas de tejer, tóxicos o acuden a lugares insalubres y con personas sin capacitación… Le es difícil contar su historia, pero lo hace deseando que nadie pesa por lo mismo. Y no permite que se publique su nombre: en un estado de la República que trata como delincuentesa las mujeres que ejercen su derecho a decidir si son madres o no, proporcionar su identidad sería tanto como colocarla de nuevo en manos de sus verdugos… Ya no sigo con el trauma. En ese momento sí me afectó mucho. Antes me sentía mal por el sentimiento de que meta a alguien. Y el psicólogo me dijó que no tenía que sentirme culpable, que las mujeres tenemos derecho a decidir. La terapia me ayudó a pensar que no tenía culpa de nada. Eso sí, es un tema que no se menciona en mi familia.