Cruz, Marco Antonio
María y Héctor García
A finales de los años setenta decido vivir en la Ciudad de México, recibo el apoyo del artista gráfico Jorge Pérez Vega y del escultor Hersúa, quienes fueron mis maestros en la Escuela Popular de Arte de la ciudad de Puebla. Por un tiempo vivo en un cuarto de azotea y posteriormente en el taller de Hersúa, ambos en la colonia Roma… Por las mañanas trabajaba en el taller de escultura, por las tardes asistía a la Escuela de Diseño y Artesanías. Invariablemente los viernes por la noche Hersúa convocaba a sus amigos al festejo, eran reuniones donde asistían los creadores más importantes de ese momento; por esos años tendría menos de veinte años. Conocer a esa gente era un privilegio… En una de esas reuniones se da el encuentro con María y Héctor García. Sabía que eran fotógrafos y nada más. Héctor era una persona alta y corpulenta, con una presencia parecida al imán, su hablar sobresalía de los demás; en un momento le mostré unas hojas de contacto de fotografías que había hecho en Puebla, las miró a detalle y me preguntó si me interesaba trabajar en la agencia Fotopress.