Garza Cuéllar, Eduardo

Legorreta: de su tiempo y de su tierra

Se harán seguramente muchos recuentos de su obra y se realizarán merecidos homenajes a su trayectoria. Tuvo de hecho la fortuna de ver sus trabajos recopilados, estudiados y reconocidos. Semanas antes de su muerte, se encontraba en Japón recibiendo el Premio Imperiale que otorga la asociación de arte de dicho país. Antes, había sido galardonado por el Gobierno Español con la Orden de Isabel la Católica, con el Premio Nacional de Ciencias y Artes que otorga el Gobierno Mexicano, la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos y la del American Institute of Architects. Tuvo, además, la satisfacción honda y silenciosa de observar a los niños jugar en su museo en Chapultepec, la de hospedarse con su familia en el Camino Real de Ixtapa o la de perderse en el de Mariano Escobedo. Pudo recorrer el museo Marco en Monterrey, comprar en el centro comercial Multiplaza de San Salvador, rezar en la Catedral de Managua.