Manuel Gómez Morín, del libro 1915 y otros ensayos

Hace unos cuantos años, en la desazón de un régimen político que agonizaba, un pequeño grupo inició formalmente la rebelión espiritual contra las doctrinas que entonces y desde hacía tiempo eran verdad obligatoria en México… En el Ateneo de la Juventud, Vasconcelos, el maestro Caso, Pedro Henríquez Ureña, Acevedo, Ricardo Gómez Robelo, Alfonso Reyes y otros pocos más alzaron la bandera de una nueva actitud intelectual… No hicieron doctrina común, no estaban unidos por otro lazo que el de una inquietud. No tuvieron tiempo, tampoco, de definir conclusiones. Quizá hasta estaban, con excepción de Vasconcelos, alejados de la vida mexicana. Demasiado intelectualizados, demasiado europeizados. Sólo, eso sí, con un honesto deseo de cultura, con un ferviente propósito de seriedad intelectual… El grupo se deshizo pronto. Ya en 1915 sólo el maestro Caso estaba aquí. Pero en tomo del maestro se formó pronto otro grupo, ya no organizado como el Ateneo, ni siquiera conocido, sino disperso; integrado por los discípulos directos de Caso o de Pedro Henríquez, por los que la Revolución había agitado ya, y buscaban en el pensamiento un refugio, una explicación o una justificación de lo que entonces acontecía.