Muñiz-Huberman, Angelina
La mirada perdida de mi madre
Qué difícil es escribir sobre la propia madre. Sentimientos de todo tipo cruzan por la mente. Es algo tan íntimo, para que al final sólo quede un, algo, necesario. Una especie de despedida, no de ella, sino de mí. Porque también podemos despedirnos de nosotros... Su mirada. Sus ojos de un color indefiniƠble, entre verde, café y amarillo. Ojos grandes, tan expresivos, brillantes. Cuando yo era niña, hablábamos mirándonos a los ojos. Me decía que no hacían falta las palabras. Nos mirábamos y lo sabíamos. Por eso, esta fotografía dice tanto, en silencio… Fue tomada en Caimito del Guayaba], pequeño pueblo de la provincia de La Habana, por un amigo de mis padres, Luis G. Wangüemert. Habíamos llegado a La Habana en barco, desde el puerto francés de La Pallice, después de la Guerra Civil Española. Sin pose, sorprendida por el fotógrafo. Foto abierta al infinito.