Vega-Gil Rueda, Armando, 1955-
El infierno
Los símbolos de la patria, esos objetos solemnes hasta el ridículo que la historia oficial nos inocula en la conciencia desde que somos crías en los lunes de honores a la bandera, es decir, desde que nos diseñan como manipulables costalitos para ser rellenados de mentiras y basura, son, a fin de cuentas, la representación de la derrota del pueblo, del avasallamiento de los oprimidos, de la humillación de los explotados; porque eso es lo que hoy somos: El infierno, el país que festeja su bicentenario en medio de la pobreza de las masas y la riqueza ofensiva de unos cuantos bribones… El himno nacional, el escudo, la bandera, los bustos monstruosos de los héroes que nos dieron dependencia, las estampitas monográficas de la papelería de la esquina, con retratos amorfos de personajes de los cuales no sabemos un carajo, son envueltos con un halo religioso por el discurso de los que ahora tienen el poder y que, para dar sentido y personalidad ideológica a la corrupta maquinaria que los sostiene, son ensalsados como intocables objetos.