Bovero, Michelangelo
Globalización, democracia, derechos (¿Siete globalizaciones?)
Siempre he sentido un fastidio instintivo hacia el término, globalización. Desde los tiempos, por cierto recientes, en los que dicho término ha empezado a circular en el debate cultural. En los últimos años, el inflamiento de su uso cotidiano ha aumentado mi irritación. Me pregunto por qué he tenido esa reacción irracional que, como tal, lo reconozco, es censurable. Una hipótesis para explicarlo podría ser ésta: para alguien que, como yo, defiende una concepción fundada en el universalismo de los derechos e inspirada en la idea regulativa de una cosmópolis democrática, la globalización, la palabra, la idea, el fenómeno, parece una especie de competidor antipático y arrogante, incluso desleal, capaz de lograr consensos y de reunir energías para la construcción de un mundo muy diferente e incompatible con el que promueve el partisano del universalismo cosmopolita. Pero: ¿en verdad tiene sentido contraponer la globalización con el universalismo? ¿No sería posible, por el contrario, considerar estos términos como afines, o incluso, como intercambiables? Reprimiendo el fastidio que todavía me provoca la palabra, he intentado reflexionar si es plausible delinear, al menos como una mera hipótesis racional, las ideas de persona global y de democracia global. ¿Se trata, solamente, de fórmulas extravagantes, de calembours conceptuales, o podemos encontrar, o inventar, para cada una de ellas un uso sensato?