Hitzel, Frédéric
Estambul y sus revoluciones : camino hacia la modernidad
“Si hoy me toca a mí, mañana te tocará a ti". Esta advertencia, que es frecuente encontrar grabada en los epitafios de las estelas funerarias otomanas, recuerda al buen musulmán que todos los hombres están destinados a morir, en un tiempo límite fijado por Dios. Este término predestinado no puede adelantarse ni atrasarse, tal como lo dice otra fórmula funeraria común en los cementerios de Estambul: "Puesto que le llegó su fin, no podría haber piedad para él". Este precepto se aplica a todo ser humano, incluso a los sultanes otomanos que, desde su capital de Estambul, gobiernan el más vasto imperio musulmán, que se extiende desde las riberas del Adriático hasta los confines de Africa del Norte (excepto Marruecos), pasando por la península arábiga.