El Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominó la política mexicana durante más de setenta años, pero su suerte ha ido declinando a lo largo de las dos últimas décadas, lo que culminó con su pérdida de la presidencia en 2000. Los resultados sugieren que el PRI se ha quedado rezagado pero que puede tener una ventana estrecha para reagruparse, sobre la base de una ventaja regional comparativa en los estados del norte y del sur.