Almazan, Alejandro

Durango una novela negra empapada en sangre roja. La pesadilla de vivir en un narcoestado

Uno llega a Durango pensando que va vivir un thríller. No es para menos. Aquí es el hábitat natural de El Chapo Guzmán, la plaza que Los Zetas y los hermanos Beltrán Leyva buscan entre bazucazos y lealtades a prueba de balas. Aquí se dejan como escarmiento cabezas humanas en hieleras del Oxxo y los poderosos comandos cargan cuernos de chivo de cien tiros; se viven el auge del levantón los asesinatos a mansalva de alcaldes de la sierra; se sabe de los mensajes que siempre acompañan a los sicarios en sus jales, del decapitado a quien le empotraron una cabeza de cerdo, de los reporteros amenazados y los acribillados y las balaceras interminables a medio día, de los rehenes que pistoleros usan de escudo durante las persecuciones, de los pueblos atestados de viudas y huérfanos. Y aquí se tiene un gobernador, Ismael Mayo Hernández, que dice que todo está en paz, que en Durango sólo se mueren los malos, que de la feria ganadera es de lo que uno debería estar hablando, en vez de estarse quejando.