Maillard, Tatiana

Adult Swim: zambullido en una infancia perversa

Cuando tenía seis años, celebraba todos los sábados un ritual que consistía en abrir los ojos a las ocho de la mañana, brincar sobre la cama de mis padres, encender la televisión, que ostentaba un gancho para colgar ropa en lugar de antena, y dejar que la barra de caricaturas me alienara unas cuatro o cinco horas… Pero para entender el encanto de Adult Swin sobre nuestro ánimo, hay que tumbarse un sábado, mandar a dormir al niño interior, y gozar con este humor que va dando tumbos entre el hecho para personas de amplio criterio y el que, aunque sea de pastelazo, te dobla de la risa.