La bomba sufrió un paro cardiaco... y todos respiraron. El “Zorro” que desarmo los juguetitos

E1 corazón de la bomba son cinco kilos de anfo, listos para reventar, apretados en una caja de madera. Una arteria roja y delgada se asoma de la bolsa negra de plástico. Es cosa de soplar un poco el explosivo para que se desprenda el polvillo de aluminio del aserrín molido, del diesel y del nitrato de amonio extraído de un fertilizante… Todo se apoya en un saco de plástico de unos quince centímetros de largo, como una víscera rellena de una sustancia gelatinosa. Se llama tóbex setecientos, un hidrogel utilizado en la industria de los explosivos.