Maillard, Tatiana
Édgar Clement. El sucio negocio de dibujar y vender Ángeles
La voz de Silvio Rodríguez salía de las bocinas del radio cantando, Esto no es una elegía. Esa donde dice: Tú me recuerdas a un ángel interrogado. Y Édgar Clément, que estaba cerca para escucharlo, sintió que la frase le taladraba la cabeza. Imaginó a un judicial, tan sutil y misericordioso como un santo inquisidor, interrogando a un ser alado. Quizá hasta se imaginó a sí mismo aplicándole el tradicional tehuacanazo a un ángel atado a una silla en la oscuridad de un cuarto sin ventanas. Yo quería ser judicial, dice. Y uno le cree. Con sus casi dos metros de estatura, sus manotas y su rapada cabeza, uno no tiene de otra más que creerle.