Llerena, Héctor M.
El liberalismo chilango. Escenas recientes
Sentí por unos minutos que todos éramos iguales, me dijo Tania al tiempo que sus manos recorrían su cuerpo como quien se borra la ropa. En sus ojos había una señal de gusto, algo liberador. Una sonrisa de travesura adulta. Al día siguiente, el suceso fue la noticia y lo siguió siendo varios días. Había que desmenuzar lo que pasó. El día era esperado, pero nadie en realidad sabía en qué iba a resultar. ¿Miles de cuerpos desnudos en la plaza central del país para una foto? Todos los testigos hablaron de una sensación liberadora, del pudor que tal muchedumbre igualitaria permitió conservar. Se confirma: esa catarsis anónima y tumultuaria puede más que dieciocho mil horas de diván.