Maillard, Tatiana
Suicidas ejemplares
Lo que más desea en este mundo Reese, una adolescente canadiense de diecisiete años, es ser una chica suicida. ¿Alguien me puede aconsejar cómo lograrlo?, escribe desde la página de Yahoo answers, ese servicio de internet donde la gente hace preguntas de todo tipo. ¿Consejos? Claro. Séneca, afamado pensador y... suicida, decía que hay una sola forma de entrar a la vida, pero existen cientos de salidas: métete a una tina con agua caliente acompañada de una grabadora encendida. Salta desde un puente peatonal a una avenida transitada y te volverás inolvidable para los inocentes que tendrán que ir al sicólogo de por vida tras haber atestiguado tu acto final. O prueba una sobredosis de barbitúricos, una soga al cuello, asfixia por gas, venas sangrantes, disparo en la sien. Uf. Métodos sobran… Ser una chica suicida es algo que he deseado desde los trece años. Y ahora que cumpla dieciocho lo voy a intentar. Reese deja su email, así que le escribo. No para decirle que es muy joven para morir o que la vida es hermosa. Porque en lo que menos piensa esta niña de largos cabellos peinados al estilo emo es en despedirse de este mundo cruel tras apagar las velitas de su pastel. No. Lo que ella quiere es subir fotos suyas a la red. Una página web de chicas desnudas o semi desnudas. Una página web sólo para suscriptores. Eso es el club de las Suicide Girls.