Kominik, Pedro
Gótico, gitano y provocador
Es sorprendente la capacidad de transformación del espacio en un cabaret, no cabe duda. Lejos de esa caja de ilusión que son los escenarios a la italiana de la mayoría de los teatros, donde el arco de proscenio, luces, tramoya y bambalinas son complices para crear una ficción tangible, en el cabaret es exclusivamente el fuero interno de los interpretes quienes significan el espacio externo a partir de su mundo interno… Hace poco yo sucumbí a una noche de transformación semejante en el Cafe Veintidós, donde la breve y acogedora sala se diluyó para dar paso a un kashbah de beduinos, con ecos de sótanos góticos, aires de gitanos alrededor de las fogatas de los Cárpatos y a la vez, el misticismo de los practicantes del Sutra de los templos paganos en lo hondo de la India ancestral.