Trejo Delarbre, Raúl
Adiós Fidel, adiós
legué a La Habana la mañana del veintitrés de junio de 2001. Justo cuando aterrizó el avión de Mexicana, no muy lejos de allí Fidel Castro se desmayaba delante de sesenta mil personas y de las cámaras de la televisión cubana que difundieron el incidente a todo el país. Fueron el calor al comienzo de verano, la fatiga y la tensión, pero seguramente también era la edad del Comandante que en aquellas fechas estaba por cumplir setenta y cinco años… Nunca antes Fidel Castro había tenido un tropiezo así. Resistió amagos estadounidenses y exigencias soviéticas, salió vencedor cuando todos los países americanos, excepto México, se coaligaron en contra suya, se impuso a innumerables aunque quizá mitificados intentos de asesinato. Lo que no pudo someter fue al tiempo y aquel desvanecimiento, que primero dejó estupefactos y de inmediato aterrados a sus asistentes y a los funcionarios que lo acompañaban en el mitin en el barrio habanero de El Cotorro, confirmó que también los años pesaban para él.