Kominik, Pedro

Teatro comercial vs téatro culto

Inmersos en la ansiedad de poder estrenar un proyecto nuevo en la adversidad de condiciones imperante, poco se discute el asunto de un añejo y ocioso pleito entre dos sectores del quehacer escénico. Lejos estamos ya de las épocas donde María Tereza Montoya, era Teresa, pero en su nombre artístico sustituyó la s por la z, hacía vaudevilles y astracanes tanto como hacía a Ibsen y a Usigli. Ahora, cual Montescos y Capuletos, hay una feroz rivalidad entre los productores y creadores del teatro comercial y el teatro culto. Los primeros se quejan de la insistencia en que se monten textos de dramaturgos nacionales a nivel comercial y, por supuesto, de las típicas observaciones en cuanto al pobre nivel actoral y de contenidos de sus puestas en escena. Se escudan en el hecho de que a sus espectáculos sí va la gente. Cosa en la que tienen cierta razón. Los compromisos sociales deben ser asumidos por las instancias oficiales designadas para ello, llámense INBA, Conaculta o Secretaría de Cultura del GDF. Y, ultimadamente, cada quien puede hacer con su dinero lo que quiera.