Fantasía y realidad : Villa y Zapata, historia y narrativa ventana al mundo Luis Barrón
Durante los años del autoritarismo priísta, el gobierno se proclamó propietario exclusivo de la historia de este país y reprimió a quienes trataron de disputarle esa propiedad o de difundir una versión de la historia diferente a la suya. Los gobiernos priístas siempre recurrieron a la historia como una fuente de legitimidad alternativa a la legitimidad que, en una democracia, dan los votos, y por eso era tan importante su monopolio sobre la historia. En pocas palabras, los presidentes emanados del PRI siempre argumentaron -de manera velada, por supuesto- que su legitimidad provenía de su herencia revolucionaria, no de haber ganado una elección limpia y transparente. De entre los presidentes priístas, Carlos Salinas -cuya legitimidad fue quizá la más duramente cuestionada al momento de asumir su mandato- recurrió siempre a las imágenes de nuestros héroes para justificar sus acciones, como a la de Emiliano Zapata cuando decidió reformar el artículo 27 constitucional, o a la de Venustiano Carranza cuando decidió modificar el artículo 30.