Solares, Ignacio
Llorar de risa
La democracia es una flor de lo más delicada. Apenas brota,, amenaza con marchitarse a cada instante. Por eso le resulta del todo imposible florecer en ámbitos fanáticos, chapoteando entre dogmas y supuestos valores tradicionales por no decir obtusos. Un fanático no puede dialogar, abrirse a la realidad, porque sólo habla consigo mismo, y a ver quien lo convence de lo contrario.