Pereyra, Beatriz
Adicta a los golpes
Antes del taekwondo, María del Rosario Espinoza probó los guantes de boxeo. Desde niña, cuenta su padre Marcelino, era buena para los trancazos. Hija de un pescador, la atleta se crió ayudando a su abuelo en las labores del campo y vendiendo nopales y pan casa por casa. Su compañero, Guillermo Pérez, acumula una larga lista de descalabros y revanchas. Más de una vez autorretirado, en un tiempo fue taxista, hasta que su adicción por las artes marciales lo encaminó hasta Beijing.