En economías cerradas con estados altamente intervencionistas, el sindicalismo latinoamericano desarrolló estrategias políticas que pierden efectividad en economías abiertas, en las que el sector público se reduce aunque, en el momento de la liberalización económica, aún pueden influir sobre la agenda de las reformas de mercado. Los factores que explican esta influencia son las lealtades partidarias entre sindicatos y partidos políticos, así como la competencia por el liderazgo dentro del movimiento sindical y su fragmentación.