Havel, Václav

La esperanza de Europa

Hace poco, cuando estaba averiguando de dónde venía el nombre de Europa, me sorprendió descubrir que para muchos sus primeras raíces estaban en la palabra acadia erebu, que significa crepúsculo o puesta del sol. Por otra parte, se cree que Asia derivó su nombre del acadio asu, que significa salida del sol… A primera vista, este descubrimiento no parece de muy buen agüero. La palabra crepúsculo ha estado tradicionalmente asociada en nuestra mente con nociones de fin, extinción, derrota, ruina o muerte próxima. En ciertos aspectos, esta conexión convencional tiene sentido: el crepúsculo es en realidad el fin de algo. Como mínimo, el fin de un día y del ajetreo y el bullicio que lo llenan. Pero no significa derrota, fatalidad ni el fin de los tiempos. Ni mucho menos: es simplemente un signo de puntuación en el ciclo eterno de la naturaleza y la vida, en el que algo termina para que pueda empezar otra cosa.