La reforma electoral

La reforma electoral debería haber tenido por objetivo proporcionar garantías y transparencia al proceso electoral y, a la competencia política, condiciones mínimas de equidad. Adicionalmente, representaba una oportunidad inmejorable para abatir los enormes rezagos democráticos existentes en el país, así como restituir derechos ciudadanos de numerosos grupos y sectores a quienes les ha sido conculcados: los habitantes del Distrito federal, los mexicanos en el extranjero, las mujeres, los trabajadores en su conjunto, habría de permitir la transición del país a la modernidad política, y la verdadera institucionalidad democrática. En todo este panorama, se alcanzaron resultados precarios.