Omisiones de la fiesta panameña
Summary: Ya se apagaron los fuegos de artificio con que cerró la Cumbre de las Américas en Panamá. Las estrellas de la fiesta fueron, sin lugar a dudas, Barack Obama y Raúl Castro. Con sus discursos conciliatorios y su encuentro privado, ellos dieron el tono a esta reunión calificada de evento histórico en el que, según la opinión de algunos, se trazaron nuevas rutas a las relaciones interamericanas. Sin embargo, terminada la fiesta la reflexión se impone; ¿Qué tan nuevas son esas rutas? Cierto, Cuba y Estados Unidos confirmaron la decisión de continuar el proceso de negociación para el pleno restablecimiento de relaciones; eso es histórico. Pero para el resto del continente las relaciones hemisféricas no cambiaron. Los asuntos urgentes no se trataron; las diferencias permanecieron y los reclamos siguen en pie; los compromisos de Obama son ambivalentes, limitados por sus fuertes diferencias con el Congreso. Así, más allá de la retórica, el continente americano tiene poco que ofrecer en términos de posiciones unificadas o cooperación constructiva. La agenda de problemas que requieren acción conjunta es grande, pero la voluntad de construirla es muy pequeña. Algunos ejemplos ilustran esa afirmación.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 468419 |
Ya se apagaron los fuegos de artificio con que cerró la Cumbre de las Américas en Panamá. Las estrellas de la fiesta fueron, sin lugar a dudas, Barack Obama y Raúl Castro. Con sus discursos conciliatorios y su encuentro privado, ellos dieron el tono a esta reunión calificada de evento histórico en el que, según la opinión de algunos, se trazaron nuevas rutas a las relaciones interamericanas. Sin embargo, terminada la fiesta la reflexión se impone; ¿Qué tan nuevas son esas rutas? Cierto, Cuba y Estados Unidos confirmaron la decisión de continuar el proceso de negociación para el pleno restablecimiento de relaciones; eso es histórico. Pero para el resto del continente las relaciones hemisféricas no cambiaron. Los asuntos urgentes no se trataron; las diferencias permanecieron y los reclamos siguen en pie; los compromisos de Obama son ambivalentes, limitados por sus fuertes diferencias con el Congreso. Así, más allá de la retórica, el continente americano tiene poco que ofrecer en términos de posiciones unificadas o cooperación constructiva. La agenda de problemas que requieren acción conjunta es grande, pero la voluntad de construirla es muy pequeña. Algunos ejemplos ilustran esa afirmación.
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