Un nuevo comienzo: el renacer de Ishara
Summary: El silencio es agobiante y el ambiente se respira pesado. Oleadas de calor y polvo llegan a mi rostro, me sofocan tanto o más que la gente allí reunida en la plaza, dispuesta a presenciar mi enjuiciamiento como presenciaron el de otras mujeres que me antecedieron en días pasados. Me llamo Ishara y nací en las inmediaciones de Calcuta, tengo trece años y se me acusa, sin derecho a ello, de los siguientes, delitos: de negarme a contraer nupcias con un hombre treinta años mayor que yo, al que no conozco pero que mi padre ha elegido para dicho propósito y para el cual mi familia se ha endeudado con el fin de cubrir la dote que corresponde por derecho a mi futuro esposo, por los gastos económicos que genera mi existencia. Me niego a aceptar la decisión de mi padre porque ello significa someter mi voluntad y libre albedrío en manos de aquél que pretende desposarme. Casarme en estos momentos de mi vida equivaldría a truncar mis estudios, muchas mujeres abandonan sus estudios en su vida marital, pues para los hombres de mi comunidad, los estudios no son útiles en el hogar, más yo opino lo contrario. Estoy convencida de que las mujeres somos valiosas no sólo en el hogar sino también para nuestro país, siendo gente preparada, ejerciendo distintas profesiones e incluso aquellas que sólo están permitidas a los hombres. Pero el delito más grave, socialmente inaceptable para cualquier mujer, es impedir que otros decidan por mí.Item type | Current library | Collection | Call number | Materials specified | Status | Date due | Barcode |
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Analítica | Biblioteca Legislativa | Hemeroteca | Available | 467441 |
El silencio es agobiante y el ambiente se respira pesado. Oleadas de calor y polvo llegan a mi rostro, me sofocan tanto o más que la gente allí reunida en la plaza, dispuesta a presenciar mi enjuiciamiento como presenciaron el de otras mujeres que me antecedieron en días pasados. Me llamo Ishara y nací en las inmediaciones de Calcuta, tengo trece años y se me acusa, sin derecho a ello, de los siguientes, delitos: de negarme a contraer nupcias con un hombre treinta años mayor que yo, al que no conozco pero que mi padre ha elegido para dicho propósito y para el cual mi familia se ha endeudado con el fin de cubrir la dote que corresponde por derecho a mi futuro esposo, por los gastos económicos que genera mi existencia. Me niego a aceptar la decisión de mi padre porque ello significa someter mi voluntad y libre albedrío en manos de aquél que pretende desposarme. Casarme en estos momentos de mi vida equivaldría a truncar mis estudios, muchas mujeres abandonan sus estudios en su vida marital, pues para los hombres de mi comunidad, los estudios no son útiles en el hogar, más yo opino lo contrario. Estoy convencida de que las mujeres somos valiosas no sólo en el hogar sino también para nuestro país, siendo gente preparada, ejerciendo distintas profesiones e incluso aquellas que sólo están permitidas a los hombres. Pero el delito más grave, socialmente inaceptable para cualquier mujer, es impedir que otros decidan por mí.
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