El paso en falso de Aurelio Nuño

¿Sangre y espectáculo? Las movilizaciones pacíficas piden honestidad en los gobernantes, poner en el centro la cultura de los derechos humanos desde el poder, dar seguridad y dejar atrás el ciclo de violencia. Conocí a Aurelio Nuño cuando dirigí la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Iberoamericana, 2001,2005, de la cual él era estudiante de último año y presidía la sociedad de alumnos. Ya mostraba mucha inteligencia y sagacidad políticas. Nunca arrogante, de buenas maneras y con cierto carisma. Como a otros alumnos de su perfil, le apoyé con recomendaciones académicas para estudios de posgrado en Inglaterra. Desde entonces no nos vemos, cada cual siguió caminos que no podían ser más antagónicos. Hoy en su papel de jefe de la Oficina de la Presidencia es de las personas de más confianza de Enrique Peña Nieto y el activo político de la burbuja Atlacomulco. Discreto y con buena prensa, se había sabido mover en los entretelones de la política para operar con éxito el Pacto por México. Hasta que decidió compartir con el diario El País lo que pensaba sobre la actual crisis política. Sus palabras sirvieron para ver transparentemente lo que se dice y se piensa en Los Pinos, y es muy preocupante.